miércoles, 22 de febrero de 2017

1. Voy a contaros una historia...


Voy a contaros una historia. La historia de por qué vivo escondida en un pueblo donde la diosa de todos los mortales perdió la chancla.

Me llamo Ava, y soy hija de unas personas… un poco especiales. Pero eso nadie lo sabe, claro, o al menos ningún habitante de nuestro pueblo, y precisamente por eso, vivimos aquí. Entre los grandes hechiceros que se juntaban de vez en cuando, mi padre era uno de los mejores. Cuando era joven, hubo una época en que fue de aventuras, conociendo mundo y peleando contra las fuerzas oscuras de la magia, y fue entonces cuando conoció a mi madre. Era curandera, y según ella misma cuenta, salvó a mi padre de morir por una fea herida provocada por un hechizo mal ejecutado en medio de una pelea, de la que aún hoy tiene una cicatriz. De vez en cuando, me cuentan historias de las cosas que vivían juntos cuando eran jóvenes. Sin embargo, eso no duró para siempre.

En uno de esos viajes se encontraron con un hombre llamado Rhogo. En un principio, este hombre, fue una buena persona. Se unió a ellos en sus viajes y todo iba bien hasta que, de pronto, su actitud se volvió extraña. Al parecer, todo empezó con una sensación incómoda. Mis padres percibían algo raro en él, pero decidieron no darle importancia. Con el tiempo, Rhogo se volvió más huraño, más callado y retraído. Cuando mis padres le preguntaban, él respondía de forma evasiva, cambiando de tema. Sin embargo, seguía teniendo una buena amistad con ellos.

Entonces, un día, mientras pasaban por una aldea, dijo que le habían hablado de un lugar en el que habitaba un monstruo que aterrorizaba a los habitantes, y que había hecho desaparecer a varias personas. Sin embargo, la gente del pueblo vivía extrañamente tranquila, sin un atisbo de miedo o preocupación en sus caras. Decidieron investigar e ir en busca del supuesto monstruo. Cuál fue su sorpresa, que, al llegar allí, vieron que en una cueva había restos de magia demoníaca. No era un monstruo lo que allí había, sino un demonio. Y ese demonio, no era otro que Rhogo.

Una fría sonrisa se dibujó en el rostro de ese hombre al que durante mucho tiempo habían llamado amigo. La aldea que habían visitado, no era más que una visión, un espejismo que se había desvanecido. Estaban en medio de la nada, ante un demonio que se abalanzaba sobre ellos. En un rápido movimiento, atrapó a mi madre y susurró las siguientes palabras:

<<No vivirás para proteger la vida que llevas dentro.>>

Tras una agotadora lucha contra él, mi padre consiguió encadenarlo y encerrarlo en otra dimensión. Mi padre se aseguró de que no pudiera volver antes de huir lejos de allí. Pero, ah, más sabe el diablo por viejo que por diablo. Y Rhogo era muy, muy viejo.

Desde entonces, mi padre no volvió a usar la magia, más que para ocultar su apariencia élfica y la de mi madre para siempre. Cuando yo nací, hizo lo mismo conmigo. Aparentemente, soy una humana normal. Al igual que mi padre, tengo algo de magia, sin embargo, tengo terminantemente prohibido usarla. No hemos tenido noticias de Rhogo ni de ninguna criatura sobrenatural, a excepción de los hechiceros que visita mi padre en secreto para obtener noticias. Es más, casi ninguna de estas criaturas pasa por el pueblo, ya que los aldeanos tienen un miedo y un odio irracional hacia todos ellos, incluyendo a los elfos. Es el escondite perfecto.


Sin embargo, sé que en algún momento ese demonio va a volver. No sabemos cuánto tardará en buscarnos, o si ya lo está haciendo. Lo que sí es seguro, es que yo corro peligro.

La aventura comienza...


¡Hola! 

Soy Nazareth, ¡bienvenidos! He decidido abrir este pequeño espacio para subir aquí algunas historietas que se me van ocurriendo de vez en cuando, y me apetecía compartirlas para quien quiera leerlas ^^.

Espero que os gusten, y... ¡la aventura comienza aquí!